2 jul 2007

Elegantemente tristes, técnicamente perfectos

-

Con motivo del próximo lanzamiento discográfico de Tindersticks, para julio de 2007 (en Ámerica). He decidido publicar una entrada trabajada en mi anterior gaceta. El nuevo lector encontrará un texto innovador dentro del formato del blog, y quien haya leído la publicación anterior hallará unas líneas ciertamente rejuvenecidas, un texto corregido y en cierta forma pulido. Sirva nuevamente como aclaratoria antes de comenzar, que la presente No es una recomendación musical. La presente surge como un pequeño apunte personal y representativo de un gusto musical por excelencia.



Vamos a escribir
sobre una agrupación de Nottingham (Inglaterra) que comienza su carrera como orquesta en los primeros 90’s, y que paulatinamente ha obtenido un completo respeto y convertido en una finísima referencia de todo oído apreciativo. Desde los primeros trabajos de este sexteto fue posible captar la evidencia de que, indubitablemente, comenzaba a ser compartido un nuevo universo, tan vasto en delicadeza como erosivo por antonomasia.

Descorramos el velo de un dramático escenario para mostrar de quién estamos hablando. Se trata del “secreto mejor guardado por el cual te espera una profunda y amarga felicidad”. Se vuelve preciso para este momento olvidar las letras de un lápiz cansado; olvidemos los libros y las galerías visuales, dejemos atrás esa parte del arte y preparemos el terreno para escribir brevemente acerca de una agrupación de la forma en que la propia música en cuestión lo exige; como puede sugerir, la palabra… Tindersticks.

Descritos por la prensa, alabados por la crítica, venerados, reconocidos y, como si tuviera importancia, desconocidos. Tindersticks es una de esas pocas, poquísimas bandas auténticamente inclasificables. Podemos encontrar en los medios acepciones que los intencionan hacia “Canciones de cuna en un mundo psicótico”, “Pop de cámara, frágil e intimista”, “sinfonías de alcoba”, “suplicios emocionales, melodías sin fin”, “teatralidad dramática en la creación de atmósferas muy personales”, “una senda de oscuro romanticismo y elegancia decadente”

Más lo que tenemos es un repertorio que se roza altivamente con violines, violas, cellos, contrabajos, oboes, flautas, clarinetes, saxofones, trompetas, bajos, guitarras, baterías, pianos, clavinetes, percusiones, otros más instrumentos incógnitos y lo mejor: órganos, trombones y una que otra tuba escondida. Un repertorio cuya única carencia es la propia carencia a que música, letra y voz hacen referencia.

Sería difícil imaginar que una instrumentación de tal categoría requiera el instrumento de la voz humana para ajustarse; pero lo más inaudito del caso es que en esta ocasión, y quizás sólo en ésta ocasión, el instrumento de la voz puede incluso llegar a opacar a los demás instrumentos; lo que sólo sucede cuando tienes a Stuart Staples; una voz que todo lo soporta, que podría sobrevivir incluso por sí sola... la mejor voz. Y de cuyo proyecto alterno podríamos hacer extensa reseña, con acotaciones no menos grandilocuentes.

Con una técnica lírica compuesta tan sólo de lo indeleble, el sexteto formado por Dickon Hinchliffe, Stuart Staples, David Boulter, Neil Fraser, Al Macaulay y Mark Collwill lanza su álbum debut homónimo: Tindersticks; firmado con veintiún canciones, excediendo la hora y quince minutos, y demasiado complejo, lento e introspectivo. Entonces la odisea de las atmósferas en picada comienza…

Vinculados en cierto momento a personajes como Leonard Cohen, Nick Cave, Bryan Ferry, incluso Dylan. E imitados al por mayor. Lo cierto es que Tindersticks no tienen comparación; desde el punto de vista estilístico por el que quiera mirarse: Siete álbumes de estudio, dos bandas sonoras cinematográficas, dos grabaciones “edición limitada”, tres o cuatro discos semiclandestinos inencontrables, infinidad de sencillos y lados b, diez filmes cortos, seis o siete redescubrimientos de cantantes olvidados, presentaciones con orquestas y ensambles de cuerdas, duetos femeninos con personalidades como Isabella Rossellini, Carla Torgerson de The Walkabouts y Lhasa de Sela, constituyen la faceta musical de la búsqueda de Tindersticks.

Pero su curiosidad es amplia y abarca otras disciplinas: amantes de la buena literatura, versados en escritores latinoamericanos poco conocidos como Jesús Gardea (el diablo en el ojo), proyectos creativos con el fotógrafo Phil Nicholls, el cineasta Martin Wallace y la artista plástica Suzanne Osborne (esposa de Stuart S.), además de apoyar la conservación del santuario de burros en Devonshire; lo que revela otro aspecto bello y desinteresado que se percibe en su obra. Todo esto sitúa a Tindersticks fuera de toda clasificación posible en la música contemporánea, y evidentemente en la orilla de lo comercialmente viable.

Las poesías estallan musicalmente como letras que se niegan a escribirse, las notas son como las primeras impresiones de tumultuosas dramatizaciones negándose a escucharse, los escritos se vierten hacia un sufrimiento tratando de encontrar un sentido, un cobijo e, incluso a veces, intentan lo intrascendente, como procurando abandonar el temor que todo lo infringe, pero que todo lo envuelve. Son piezas que intentan asirse a lo romántico para tratar de salvar un terrible asfixio.

Tindersticks es un gusto muy personal, muy particular, demasiado intimista, incluso arrogante. Lloras, te inspiras, te encierras y luego te expresas, te ensucias pero luego resulta que eso, es muy refinado hacerlo. ¿Cómo escribir sobre la melodía fina sin hacerla vulgar, cómo ser tan universal y no volverte dominio público?. Pareciera que la respuesta es un tanto más de tipo filosófica: Tindersticks, hay que admitirlo, no es una banda para cualquiera.

En un universo donde la música es una posibilidad… elegimos a Tindersticks. Y podemos ir más allá de la música y hablar del preludio del artista ante la creación; donde existe una cierta unión con todas las artes… como el primer rocío de una llovizna, como la primera pincelada de una pintura y, una primera letra en un libro; el arte de Tindersticks es fuente de inspiración; genera más arte.

No hay definiciones, sólo destellos. En un universo donde la vida y la muerte son una posibilidad, elegimos Inspiración…


"Mis cartas yacen en tu ventana, amarillentas por el sol

Escritas al tiempo en que nuestro amor era lo primordial,
Tan sólo escaparon de mi pluma, que está rota ahora.
Y al no poder escribir cualquier cosa
Y al no estar cerca de ti,
Toda esta aflicción que la alegría otorga
Muestra tan sólo la verdad de las cosas, el cambio... " (NECTAR, 1993)


Pero hablar de inspiración es inspirarte, y no hay nada más. El último trabajo de Tindersticks saldrá a mediados de julio, un disco doble bajo el título: COMPLETE BBC SESSIONS. Se trata de una recopilación de las sesiones acústicas para la BBC de Londres, un repertorio que contendrá 36 de los temas clásicos y algunas reversiones.


Universal Records, 2007

Tan sólo podríamos cerrar añadiendo, por si no fuera ya evidente, que cuando tienes un sexteto de tal calibre, y tanto por decir en la intimidad de la música; no necesitas estar cerca de las cámaras, ni de las portadas y la plática de nuevos escuchas acostumbrados a desearlo todo. Cuando tienes aún tanto por explorar, no puedes darte ese tiempo. Tindersticks, nuestros mejores compañeros; nuestro gusto musical por excelencia, son simplemente: elegantemente tristes, técnicamente perfectos.

-

*Publicaciones aludidas en esta entrada: Letras libres, I-Rock, Encerrados afuera, tv España