22 ene 2010

Festival, desfile

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Las flores resecas de la cabecera siguen tan, resecas. Su polvo exhala el pasado confinado sobre la habitación, el presente desecho... soy una pequeña pieza de eso.

El estéreo sonando por horas es un recordatorio, el vino escurriendo por las muñecas un beso prolongado, todo éxtasis todo acaparado por la enajenación frente al espejo -que enferma-.

Festival de propuestas, desfile de indecisión.

Y al final del día, y de la noche, y de la madrugada y de la insoportable mañana, ahora todo el vino es para mí.

El tumulto es el polvo, pero ya no de las flores, de la tierra desesperante por el sol. Los libros son de diagnóstico, ahora; no hay prisa, ni lentitud, no hay literatura, no hay poesía, sólo poemas.

Festival de propuestas, desfile de indecisión. Teléfono descompuesto de impresiones.
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6 ene 2010

Sábanas

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A salvo bajo las sábanas. A salvo, ¿a salvo? El súbito despertar conforma la madrugada, oscura sólo por su aspecto de desolación.


Respiración, pausada. Aroma, inhalado. ¿Hasta qué punto la sinceridad puede romper todas las barreras? La misma pregunta, la misma respuesta…


Y entonces el aire se pierde, y entonces la idea en el fenómeno se evapora, si es que puede hacerlo, y si no lo hace, lo imaginaremos. La mirada en el techo, fija, techo a oscuras… y todos los números y posibilidades aquí y allá, resueltos en todo momento; la vida desde la grieta se percibe de una forma particular.


Y de nuevo la cosa seria detrás de cada cosa es un pensamiento insoportable y vastamente adictivo, la mente se repliega, el abandono es una miríada de fe, como alcaudones que temen por el pico ceder.


Una nueva planta conforma el jardín desde una maceta entre esta negrura, doscientos nuevos colores se colapsan al cerrar fuertemente los ojos, la sensación suspende, ¿cuál será su expresión correcta? Sin uso para la palabra, el mecanismo por el cual una frágil existencia se vuelve otra vez agitada es confuso, pero sólo porque no puede ser entendido, aunque tiene una solución, que todos sabemos y desconocemos (aquí hay una palabra longeva que comienza con A mayúscula).


Así aparecen unos minutos más en el tácito boicoteo de la privacidad, se mantienen como olas abiertas en un océano tan fijo como el mar que hizo de la profundidad su sentido de pertenencia, las ilusiones son la emoción retenida en la palma de la mano y, sonrisa… yo... te vi... ahogar, nuevamente.


No hay curso para la mañana, no hay crítica ni entrega, pero ¿qué significa esto? Mary Datchet entregada a Ralph Denham, los personajes que acompañan, tímida música que arrincona en la vértebra amorosa su néctar (¿he escrito vértebra?). Nada de esto tiene sentido, sólo significado. Y nuestros personajes nacen y mueren y se regeneran.


Los dedos pasando entre el cabello son una agradable recolección de impresiones, y al abrir los ojos los colores vuelven a la ausencia… sólo tenemos el súbito desmoronamiento del sueño, la madrugada pesada, el tránsito lento de la devoción hecha un diálogo divino y, como por consuelo de la noche abandonada, unas palabras; podrían ser éstas, podrían ser cualquier otras, pero ningunas tendrían sentido, sólo significado.


Ya llegará una nueva mañana. Y el día y un fin, ese será la noche. Ya llegarán mejores palabras, mientras tanto, ésta es mi reconciliación con el verde a través de las sábanas.


Procuraré dormir lo que resta de ausencia.

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