13 ene 2016

Una vida de recados


Si tienes suerte te harás viejo y llevarás una vida de recados. Percibirás lo que la gente necesita y se lo proporcionarás antes de que te lo pidan. Irás en tu auto de aquí a allá haciendo entregas y recibiendo, sin que el tráfico ni el tiempo te preocupen lo mínimo. Te lanzarás por la 405 hasta San Diego para recoger una bellota para el provecho de alguien. Y así siempre, a pesar del dolor en tu corazón por la chica que nunca encontraste, y del hecho de que después de años de rigor espiritual no consiguieras iluminarte, cierta alegría comenzará a brotar de tus propósitos y esperanzas aplastadas. Con qué afán abrazas tu siguiente encargo: buscar las gafas de sol en una oficina de objetos perdidos en Las Vegas, a unas cuantas horas a través del desierto. Ya no eres un chico, ni siquiera un hombre, pero un sentido de gratitud aviva cada movimiento que haces. Sí, ésas son las gafas olvidadas en la bandeja de plástico, junto a las máquinas tragamonedas. Y no, no estoy mintiendo.


L. Cohen.