16 oct 2007

Dubitación

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La mañana llega a través de un ensamble de alientos, tan vasta de aromas que uno podría pensar que algo importante va a pasar; escribiendo las líneas, descubriendo las palabras, respirando esto, respirando aquello. Pero este sencillo mirar, la sola idea de lo inspirado retenida en los dedos, son los simples placeres que lo representan todo, abriendo la incomprensible pausa que sucede cuando lo único que deseas es permanecer bajo las sábanas. Y desde la habitación, la cocina tiene un aroma formidable, la cocina es un vasto universo; arte tornándose real; esas formas, texturas, esos hilitos de humo, el sabor envuelto, olor; el sentido en su totalidad, interpretaciones, pequeñas pruebas, pruebas completas.

Junto a la cama toda la calma y, sobre la repisa, los libros que apoyan la propia filosofía. Tras la ventana la luz una entrada, otoño, el escritorio lleno, las hojas cayendo, notas, citas, argumentos, ausencias… y el café se enfría. Si aceleraras el tiempo unos cien años nada se escribiría, nada. Y tu nariz sería un instante provechoso donde un aroma se formaría ausente. Ausencia como ausencia imaginando alientos de un mundo aparte en una mañana dubitativa.
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