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Es noviembre por la noche, son las ocho, y me voy a dormir. El día de hoy no tengo inspiración, no, me voy a dormir. Hay una nube instalada en mi aliento que hace esta noche cálida helada… simplemente ya siento que hoy no habrá desvelo para escribir. Será una noche larga y fría, aquí en Pondicherry.
Por fuera puedo oír a los niños metiéndose en sus casas, sus madres los llaman. Y pienso cuál de ellos tomó mi listón para el pelo haciendo su broma pesada mientras recogía mi cuaderno. Mi padre conversa con un señor que quiere ser escritor, le ha ofrecido un pago por una revisión: ¡Es una historia sobre los templos y las tierras! le he escuchado decir al hombre, ¡perfectamente exportable!; pero sé que mi padre está cansado y le dirá que regrese mañana, o en una semana. Lo puedo imaginar diciendo: … además no me interesa la exportación; ¡revise muy bien su ortografía!.
El edificio de enfrente está reflejando estas escenas, y expele un olor a humedad que a mi nariz estremece.
La brisa lluviosa del mar, y mi impresión de este anochecer me llevan a una convalecencia mojada de sueño, en que sólo puedo pensar en el nuevo viaje al mundo inmutable; me gustaría una transición lenta, discreta; descubrir más de lo que mi mente imagina.
Y por la mañana, no quisiera darme cuenta de si he despertado, si mis manos han vuelto y si mis pensamientos y mis huesos ya tienen peso, no quisiera saber cuando la brisa salina adherida al sudor de mi cuerpo, lo haga real nuevamente. Ahora voy a soñar… amarro mi cabello, cuelgo mi pequeño vestido en el armario, me deslizo suavemente entre mis cobijas de arena planchada, y mis piernas hormiguean. Soñaré en los tiempos del universo, seré una niña a quien no importará mucho la naturaleza; ni descubrir porqué se inventaron las almohadas y algunas son bordadas; y cómo es que tengo una de ellas bajo mi cabeza.
La noche es cada vez más densa. El puerto se va refugiando en el silencio. Los barcos se anidan en los embarcaderos y sus anéctodas les esperan. Las olas se rompen como deshilvanados cristales. Estrellas cansadas de reflejarse, lo siguen haciendo. Y sobre el muelle, unos enamorados planean sus asuntos sobre el regalo que el amor de vez en cuando deja. Pero eso ya no importa mucho; ya una severa negrura en las alturas pareciera que nos diagnostica a la humanidad entera: son las ocho y media.
En cuanto a mí, la hija del escritor; me gustaría describir esta soporosa sensación de abandono, este venerable agradecimiento, y luego mostrárselo a mi padre y recibir consuelo; pero no tengo las fuerzas, y ya me voy a dormir. Lo he dicho antes ¿verdad?; es que hoy no tengo inspiración para escribir.
Las flores que imaginé se han secado, mi clima permea. Ahora es sólo Pondicherry quien contempla mi cuerpo...
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23 comentarios:
Mañana serán nuevas estrellas las que te miren, en tanto disfruta de tu niña y sueña...
Besos.
Hola solo pasaba a verte y saludar :)
La hora decisiva!
La escasez de luz en Pouduchéry deja una velada poco afrancesada, será que ha pasado mucho tiempo y la ciudad hindú se ha hecho "nueva" otra vez.
Muy buena narrativa.
Interesante tu blog, la mística de la India es uno de los tesoros humanos.
Gracias por la visita, regresa cuando gustes.
Namasté.
Gracias por tu visita a mi blog y por el video.
Saludos.
Vive de tus vivencias y aprende de lo que te dicen las noches, escucha a tus sueños y por el día intenta encontrarlos.
Te sigo invitando a que visites mi mundo azul y negro donde evadirte... está permitido :).
bZtOx.
Me ha encantado este post lleno de tibias sensaciones y cansados pensamientos. Un placer, visitar tu blog
Eternos perseguidores de un descanso prolongado...
Una sensación contagiosa aunque nada placentera.
Beso celeste.
que bello para no tener la inspiración... y que certero para mostrarte...
mil besos y nos vemos
sigo las palabras... entiendo los enunciados...
darkromanticism estuvo aqui...
Y sin inspiración logra desvancer el sueño de otros...
Excelente cuento. Pasando a conocer tu blog y me encuentro encantanda de ver lo mucho que se puede aprender por aquí.
Saludos!
la niña adormecida, entumecida, esa sensación de hundirse en la inconciencia que apenas percibimos en el último instante antes de dormir... Y ella escucha y recuerda y todo va haciendose borroso, todo desaparece hasta mañana, hasta nuevamente despertar....
Me encanta leerte. Siempre, siempre es tan rico....
¡Saludos!
Se respira mucho arte en este espacio...
Por otro lado, tu manera de escribir y más aún de describir las situaciones y los momentos es increíble...
Te sigo leyendo... Un saludo!
Me encantan los colores de este relato... los olores... las descripciones de los sentidos...
Saludos venezolanos!
Curioso... "la hija del escritor" ¿por qué no "la escritora"?
Intensas sensaciones las que se despiertan leyéndote. Aplastamiento emocional sin concesiones :)
Pondicherry... un lugar del que huir o en el que permanecer, pero, recién descubierto.
Un beso.
hola , gracias por la visita
i luv india!
Gracias por pasar por mi blog, ven cuando quieras, un beso desde venezuela
Todo pasa....
Gracias por tu visita
Te agrego también, este blog promete.
un saludo, bonito relato, tienes mucha sensibilidad para escribir, saludis y animso que ya queda poco
¿De verdad se puede sentir todo eso en Pondicherry? ¡Tonta de mí!, que sólo me he percatado de los bichos, la basura, el calor insoportable, la comedia y el materialismo indios y la comida indigesta y alterada. Por no hablar de que el mar ni huele a nada ni nos envuelve con su brisa. ¿Qué brisa? ¡No hay ninguna! En fin, que el mundo siga procreando Pondicherries, así cada uno tendrá el suyo.
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